Entrevista publicada en la revista, Bahía, en Octubre de 2007.

Realizada por Ángel Díaz Rodríguez

Cuando publicaste tu primer libro, en 1993 titulado Palabras de aire estabas estudiando 3º de BUP, ¿cómo se vive eso?

Bueno pues de forma un poco extraña la verdad, porque encima era muy mal estudiante y eso todavía lo hizo más chocante. Los profesores me trataban de una forma rara, no sabían muy bien qué hacer y muchos de ellos leyeron mi libro llenos de curiosidad algo contrariados, no dando crédito. Fue raro pero ese libro a mí, me dio la vida.

¿Por qué?

Ahora lo veo con distancia, pero en aquellos años la poesía era lo único en mi vida, nada, nada me importaba lo mismo, y claro publicar un libro… además aquella publicación consistía también en una serie de recitales por España, por Córdoba, Toledo, Madrid, Cartagena… y me ayudó a vivir alejado de la otra realidad de mi vida que era la del colegio y que llevaba años resultándome insoportable.

 Pero no incluiste poemas de Palabras de aire en Cadena perpetua

Bueno no, al final, en el capítulo Otros poemas, hay tres o cuatro textos del libro. Creo que la temática y la forma del libro están muy alejadas de mi poesía de luego. Adoro ese libro por lo que supuso para mí, pero de ahí a colocar poemas... es distinto.

 Después llegaste a la universidad y publicaste Una flecha hacia la nada, el libro por el que muchos te conocimos, Juan Carlos Mestre dijo que tu desobediencia hará más habitable el mundo y José Elgarresta que su lectura era tan recomendable como peligrosa… ahora ya han pasado más de diez años de aquel libro, ¿Cómo te encuentras ante aquella publicación?

Hay poemas del libro que no me gustan nada y otros sí, lo que tengo muy claro es que del chico que publicó aquel libro no queda nada, el tiempo te hace ser otro, pensar de otra manera, vivir de otra manera, estoy lejos de aquello… me parece curioso porque Una flecha hacia la nada tiene un tono muy amargo, desolador en algunos momentos, y los pequeños problemas que yo tenía entonces no eran sino baches de la adolescencia, en los últimos años que le he visto a la vida algunas de sus facetas más horribles y sin embargo no podría escribir con aquel dolor…

 …puede ser que en la literatura como en la pintura vayamos quemando etapas y no podamos volver a ellas

Sí eso es cierto, fíjate, por ejemplo, en Una flecha hacia la nada, hay poemas que tienen horas y horas de trabajo, ahora soy incapaz de un trabajo así, busco la espontaneidad y si el poema no termina de gustarme, lo borro.

 En Barrio sin luz, tu siguiente libro, hiciste una poesía más sobria, sin adjetivos, ahondando en aquella soledad de Una flecha…

Sí, pero Barrio sin luz, tenía una voz social mucho más pronunciada que en Una flecha hacia la nada, era un libro sobre los demás.

 Y con Barrio sin luz empezó la aventura de Vitruvio, ¿te hubieras creído en aquellos años que sería tu forma de vida?

No, no, de ninguna manera (risas), pero Vitruvio no empezó con Barrio sin luz, nada de eso, Barrio sin luz fue la sexta o séptima publicación… el primer libro de Ediciones Vitruvio fue Aconsejo beber hilo, de Gloria Fuertes, una joya, un libro maravilloso, publicado por primera vez en 1954 y que en aquel 1996 parecía nuevo…

 ¿Qué recuerdo tienes de Gloria Fuertes?

Era una mujer maravillosa, de una enorme inteligencia, sabía mucho de literatura, su poesía, que estaba llena de espontaneidad llevaba detrás mucho conocimiento, mucho esfuerzo, creo que no existe en la poesía española un caso como el de ella.

 Y sin embargo qué falta está de reconocimiento ¿no?

No, no creo, cuando murió hicimos una manifestación como homenaje y vino mucha gente, tuvieron que parar el tráfico… sus libros se siguen vendiendo y hay continuas ediciones, lo del reconocimiento es muy ambiguo, siempre queremos más para los poetas que admiramos y para nuestros amigos, pero hay que mirarlo todo con orden, Gloria está en las librerías, tiene cada vez más lectores, está bien.

 Después de Barrio sin luz publicaste Patio interior en Biblioteca Nueva, ¿deben los editores publicar su obra en sus editoriales?

Esa es la gran pregunta. Yo creo que en España hay una enorme tradición de editores autores de poesía y casi siempre han publicado en sus editoriales, sinceramente yo creo que es lo correcto, mira, es muy raro que un editor este orgulloso de su colección y sin embargo ofrezca sus poemas a otra editorial, es como si un jugador de fútbol fuera capitán de su equipo y sin embargo jugara con otro. Dirigir una colección te permite hacerla como más te gusta, elegir a los autores, las portadas, el diseño, la letra… y claro la haces como prefieres, es extraño que después de ese trabajo publiques en otro sitio donde habrá otro diseño, otra letra, otros inconvenientes.

 Ser editor de poesía es ser valiente por naturaleza, ¿Cuál es lo mejor y lo peor de tu profesión?

No hay nada malo en mi profesión, todo es bueno (risas ahora del entrevistador) no de verdad, es un trabajo duro eso sí, pero todos lo son, todos de verdad… yo estoy rodeado de lo que más me gusta y voy viendo poco a poco como salen los libros, eso es estupendo, en el día a día hay muchas cosas que no me gustan pero ¿cómo entenderíamos el trabajo sino? la editorial es igual de duro que ser profesor, o tener un restaurante o vender teléfonos móviles… al que le guste le saldrá bien.

 De tu etapa como librero, al lado del ínclito Alfonso Berrocal, ¿ya no te acuerdas?

Me acuerdo de ti el día de la inauguración que nos compraste unos cuantos libros… fue bonito y breve, a veces las cosas es mejor que sean así, lo breve si bueno…

 ¿Cuál ha sido el momento mejor y peor de tu vida?

El mejor momento de mi vida todavía no lo he pasado, quiero creer que no lo he vivido y no pasa nada por esperar. El peor lo tengo muy claro, la muerte de mi madre y a los pocos meses la muerte de mi suegra de la misma manera y con la misma enfermedad, es algo de lo que no estoy repuesto, uno de esos golpes que te dan fuerte.

 Supongo que en esos momentos te agarraste a la poesía para salir adelante.

No, no, nada de eso, la poesía no sirve para secarse las lágrimas, seguramente las hace mayores, me apoye en mi novia de entonces que ahora es mi mujer, en mi hermano, mi padre y mis amigos, poco más…

 Pero estando triste se escribe mejor

Ya pero me hablas de una tristeza digamos que cotidiana, filial, aquello del dolorido existir que decía Azorín, o puedes tener razón porque seguramente yo en aquellos meses no estaba triste, estaba jodido, bien jodido, y quizá la tristeza sea otra cosa…

 Y ahora, por fin, publicas Alcalá blues, un nuevo libro de poesía desde 1998, ya era hora.

Lo que ocurre es que mi libro anterior, La soledad del corredor de fondo, salió incorporado a la segunda edición de Cadena perpetua, por eso parece que hace tanto tiempo, aunque es verdad que parece más tiempo del real.

 Alcalá blues es como un recorrido humano por un montón de personajes que viven entre nosotros y que llevan un mundo encima, ¿cómo te surgió este tema?

Es un libro que llevaba años queriendo escribir, una especie de guía de personajes cercanos y a la vez imposibles, recuerdo que el primer poema me surgió en el banco, en la cola del banco, y es un poema sobre el chico que atendía en la caja, después de ese poema todos fueron saliendo rápidos.

 Y los personajes son ficticios o reales

Hay un poco de todo, te diré que la gran mayoría son reales, pero he cambiado los lugares y las épocas de mi vida, algunos los conocí durante la infancia, o fueron amigos de mi hermano, de mis amigos, hay un poco de todo.

 Qué te parece la poesía española de hoy, un mundo que por tu trabajo debes conocer muy bien

Me parece un lugar de enorme riqueza, en España hay muchos y muy buenos poetas, es fabuloso porque los hay en todas partes y bajo todas las condiciones, quiero decir, hay poetas muy buenos celebradísimos, conocidos por todos, y los hay igual de buenos publicando en pequeñas colecciones y haciendo una poesía brillante, eso es una de las cosas buenas de la poesía, el lector tiene el poder de descubrir, de elegir, de seleccionar, eso es muy hermoso.

 Pero yo a veces creo que se edita demasiado ¿no?

Ay, por favor, no me vengas con eso, cada vez que lo oigo me entra una especie de comezón, es una frase que se escucha mucho y que es una especie de barbaridad ególatra tremenda, nunca, nunca se edita mucho, porque lo que a nosotros no nos gusta a otros puede encantarles y nadie tiene la verdad sobre el arte y la poesía. Además si se edita mucho, dentro de esa exagerada cantidad, también estarán nuestros libros, ¿o se edita mucho de los demás y no de lo nuestro? Nunca, nunca se edita mucho, cuantos más libros tengamos sobre la mesa mayores serán las propuestas de poesía, los estilos, los temas, las sensibilidades…

 Esto me lo has contestado como poeta o como editor…

Como las dos cosas, de verdad, a veces me parece que a muchos autores les gustaría ser los únicos que llegaran a las librerías.

 Y de los premios literarios, ¿qué opinas? Muchos poetas se quejan de que están dados.

Mira ese tema es más complicado. Yo creo que hay premios trucados y premios que no lo están, y creo que hay más premios honestos que deshonestos, pero lo que ocurre es que la elección de un libro ganador es muy difícil, y ahí es donde surgen muchos inconvenientes, no es como un partido de fútbol con unas normas, una reglas a seguir, es algo donde influyen los gustos, la edad, la forma de ver las cosas, y al final acaba teniendo un espacio importante la suerte, y claro la suerte es caprichosa ya lo sabemos. Y luego los poetas tienden a vivir los premios con angustia, cuando no ganan ven fantasmas por todos lados y es normal que los vean porque uno trabaja con su poesía y siente sus poemas y claro… es un tema muy peliagudo. Para quedarnos tranquilos con los premios debemos ver la cantidad de grandes poetas que publicaron su primer libro con un premio y eran totalmente desconocidos, desde Rafael Alberti en 1924 a Luis Alberto de Cuenca en 1970, y entonces comprenderemos mejor su filosofía.

 Será tu próximo libro como Alcalá blues, un paseo de personajes…

No, no ceo, aunque quisiera no me saldría aquello, Alcalá blues, está escrito en un momento especial de mi vida, un momento para bien y para mal irrepetible. Mi próximo libro será diferente, ya lo verás.